viernes, 14 de septiembre de 2012

Tres tensiones de la sociología

La sociología, desde sus inicios como ciencia social ha vivido una tensión permanente entre dos posiciones que se han considerado antagónicas, por un lado la academicista y por el otro la activista social. La primer ha propugnado por una sociología científica, académica, intelectual, apegada a métodos y técnicas de investigación y al desarrollo teórico de la sociología. Acaso ha querido conocer la realidad, pero sin intervenir sobre ella. Por el otro lado, se encuentran los activistas sociales que proponen una sociología comprometida con las causas populares, los pobres, la lucha política y social. Un tercer grupo de sociólogos ha asumido una posición mucho menos crítica que las dos anteriores y se ha inclinado por una sociología práctica, vinculada a los sectores empresariales, especialmente con la mecadotécnia y los estudios de opinión pública. Este tercer grupo es el de más reciente aparición. La dos primeras posiciones son las predominantes y entre ellas existe una fuerte división que aun no ha sido posible superar. Para los académicos, la sociología no debe dejarse contaminar de las causas populares y los intereses políticos para mantener su compromiso con la pureza y con la "verdad" cualquiera que esta sea. Para los segundos, no es posible hacer sociología sin que implique un compromiso con alguna causa o grupo determinado y la acción política. Para los últimos, lo importante no son ni el desarrollo teórico metodológico de la ciencia sociológica, ni los compromisos político sociales, neos aun el activísimo reformista o revolucionario. Su posición es más bien tecnocrática y su apoyo es al sistema, al orden establecido, al funcionamiento de la economía y de los mercados incluido el político. Son tres posiciones que encerradas en sí mismas, no han hecho el menor esfuerzo por establecer un puente de dialogo y comunicación. Tal incapacidad para dialogar ha estancado en gran medida las posibilidades de desarrollo de la ciencia sociológica y la aceptación de la misma en la sociedad. Hoy al sociólogo se le percibe en América Latina más bien como un crítico extremo y como un reformador o revolucionario; se le identifica mayoritariamente con el marxismo. Si bien hay quienes asumen el marxismo como ideología política y el reformismo o revolución como una tarea para transformar a fondo la sociedad, no  es el caso de todos los sociólogos ni mucho menos. Ello obedece sin duda a las condiciones económicas, políticas y sociales en que se ha desarrollado la sociología en Latinoamérica. No es el caso de los Estados Unidos o Gran Bretaña o Europa en general, donde  la sociología ha seguido otros derroteros. Lo importante es entonces, para nosotros, destacar la necesidad de crear puentes de comunicación entre las tres tendencias existentes actualmente, que permiten un diálogo fructífero pero sobre todo, consolidar la sociología como ciencia social en el continente.  Un reconocimiento que permita a la sociología hacer los aportes necesarios para mejorar las condiciones de vida de millones de seres humanos. Los problemas sociológicos no se limitan a lo económico y político, sino que abarcan un espectro mucho más amplio, que tiene que ver con lo urbano, lo rural, la educación, la salud, la cultura, la seguridad, etc. La sociología como ciencia mucho puede aportar en conocimientos sobre las realidades lacerantes e injustas que vivimos día con día, con su explicación y comprensión, así como su posible solución. Pero debe trabajarse en borrar, por así decirlo, de la sociedad la imagen estereotipada y deformada de lo que es la sociología como ciencia. Una ciencia sin la cual, el entendimiento de la realidad resulta pobre e incompleto. De ahí que la tarea a corto, mediano y largo plazo, es institucionalizar a la sociología como saber científico, así como recuperar su espíritu originario, aquel de Augusto Comte, Emile Durkheim, el Conde Saint Simon, y muchos más, que pensaban en una ciencia social capaz de ayudar a resolver los grandes problemas de la humanidad. para ello, la sociología ni ha de encerrarse sólo en el cubículo universitario, ni quedarse en las calles dedicada al mero activísimo político, tampoco puede reducírsele a investigaciones mercadológicas o estudios de opinión.