lunes, 24 de octubre de 2011

Sociología, igualdad y desigualdad

Estamos muy acostumbrados a ver el lado negativo de la igualdad y la desigualdad. Igualdad significa hacer que todos pensemos, gstemos y vistamos de la misma forma, que actuemos como seres reciclados, como copias unos de los otros; desigualdad significa la imposibilidad del mínimo acuerdo porque todos somos diferentes y no hay posibilidad alguna de comunicación y, en consecuencia, es imposible toda acción para acordar y para hacer común algo. Ni una cosa ni la otra son verdades y menos absolutas. El socíologó como buen observador de los hechos sociales y la naturalea humana, no puede menos que caer en cuenta que igualdad y desigualdad tienen su lugar adecuado y que a ambas se les puede considerar positivamente. Baste recordar que en la base de la existencia como seres mortales, como especie animal, esta una cierta condición de igualdad que nos empareja, todos tenemos un cuerpo que tiene en el caso los mismos elementos constituyentes, los mismos, órganos, glandulas, músculos; todos pasamos por un mismo ciclo de vida (nacemos, crecemos, maduramos, envejecemos)y vivimos en promedio más o menos el mismo tiempo. Sobre esa base muy general encontramos luego las diferencias de sexo -algunos prefieren usar la palabra género-, que divide a la humanidad en dos grandes grupos, hombres y mujeres. Y todos los hombres entre sí, y todas las mujeres entre sí también, comparten una serie de características comúnes a su condición masculina o femenina.  En un escalón superior encontramos las diferencias de personalidad, de carácter o temperamento, que nos distinguen de los demás, nos hacen individuos, personas, seres únicos, irepetibles, nos dicen teólogos y filósosfos. Si observamos, se trata entonces de una especie de pirámide que va de lo común a todos, de lo general que nos distingue como especie animal viviente, a  lo particular, en donde nos distinguimos claramente unos de otros. Visto así, encontramos que hay un sustrato o base de igualdad sobre el que se construyen las difrerencias y particularidades de cada quien. Sociologicamente entonces igualdad y desigualdad son dos caras de una misma moneda, o si se quiere, dos aspectos de la naturaleza humana que es una e indivisible. Dos aspectos que se combinan en todo momento, lugar o tiempo y en cada miembro de la especie. Y por lo tanto, dos aspectos a considerar en el estudio e investigación del comportamiento humano. Dependiendo la situación y las circunstancias puede parecer que prevalece o una u otra, pero a nuestro parecer, ambas coexisten, se mezclan, se interelacionan, pues una sin la otra no pueden existir. De allí entonces que el sociólogo debe prestar atención a ambos y a la manera en que se relacionan y se condicionan. Si un día aspiramos a construir una sociedad más justa tendremos que considerar ambos elementos vistos nodalmente, es decir, integral y simultáneamente. porque lo justo no es necesariamente la igualación de todo, como tampoco lo contrario, la desigualdad total.
Hay aspectos en los que la igualdad debe prevalecer, como por ejemplo, cuando se trata del acceso a la seguridad social, la alimentación, el cuidado y la protección de la salud o la seguridad pública; pero también hay aspectos en que la desigualdad debe protegerse y hasta fomentarse, por ejemplo, cuando se trata del desarrollo vocacional y profesional. A cada persona se le debe dar el espacio (igualdad de condiciones de base) para que defina sus metas en la vida y tenga la oportunidad de alcanzarlas con su determinación, esfuerzo, capacidad y habilidades. Para lo cual, es oportuno decirlo aquí, muchas veces necesitará de la colaboración y el apoyo de otros seres humanos. Así que la igualdad y la desigualdad se mezclan en la misma forma en que lo individual y colectivo; cada uno necesita de su contrario (opuesto).  Cuando esa unidad dialéctica se rompe, y uno de los elementos toma un papel preponderante y hegemónico, la armonía se rompe y la sociedad enferma y se degrada. Ni el individualismo ciego y egoísta encerrado en sí mismo que se olvida que somos seres gregarios por naturaleza, ni el colectivismo que tiende a anular al individuo en aras de supuestos y discutibles bienes superiores.