domingo, 26 de febrero de 2012

Enfoque sistémico, de lo abstracto a la práctico

El análisis estructural funcionalista o sistémico al que nos hemos venido refiriendo tiene un carácter muy abstracto en su elaboración, pero pretende ser bastante práctico en su aplicación. Su uso va más allá de la descripción de un hecho o fenómeno social, sino que tiene por finalidad poder evaluar holísticamente una acción social determinada y, como resultado de esa evaluación, como decía Robert King Merton obtener un saldo líquido de consecuencia funcionales. Saldo que, por una parte permitiría saber si una acción racional e intencional con arreglo a ciertos fines (metas u objetivos) tuvo éxito precisamente en función de las necesidades que dieron lugar a dicha acción y los objetivos perseguidos. Por esta razón, nos ha parecido que para cuestiones de intervención en problemáticas sociales, de procesos de ingeniería social (que ahora también se conoce como sociología clínica), desarrollo comunitario, programas de desarrollo municipal, estatal y federal, este enfoque es bastante útil. Lo que por cierto no implica que sostengamos que esta perspectiva teórico metodológica de intervención sea ejercida única y exclusivamente por tal o cual agente social (ONG's, asociaciones civiles, movimientos sociales etc.) o agente estatal. Lo que se busca es que pues, primordialmente aplicarse por aquellos grupos sociales, privados públicos para solucionar problemas colectivos que en nuestro país, América Latina o Africa son tan urgentes de resolver.  En todo caso el quién lo aplique, cómo lo aplique y para qué lo aplique, no es asunto que podamos resolver en este espacio, aunque si plantemos, desde una perspectiva ética, la necesidad de que su aplicación vaya dirigida hacia los sectores más pobres y vulnerables de la sociedad, como también planteamos que sean precisamente los grupos que sufren necesidades y carencias quienes apliquen este u otros modelos para tomar consciencia de su situación, de los recursos que tienen a la mano, de los elementos que les hacen falta, de las estrategias más efectivas a seguir de los tiempos que se tardarán en solucionar sus problemáticas. Trabajos todos ellos en que los científicos y tecnólogos sociales pueden apoyar con sus conocimientos, su asesoría o consejería. No se pretende aquí que el sociólogo, el trabajador social, el psicólogo o el funcionario dirijan y ejerzan liderazgo. De eso ya hay un cúmulo de muy malas experiencias que a final de cuentas han fracasado. Dice un dicho muy difundido que, " no hay que darle el pescado sino enseñar a pescar", pero la verdad es que hay que dar las dos cosas en distintos momentos, si el pescado significa mostrarle a la gente que puede vivir de una diferente, de mejor manera, y si darle el pescado también significa darle el nutrimento necesario para cobrar fuerzas (físicas, mentales  y morales) para  llevara cabo   el esfuerzo necesesario para generar sus propio desarrollo comunitario o grupal. Lo segundo es obvio, hay que capacitar y habilitar al grupo o comunidad para que se haga cargo de la resolución de sus problemas, acompañando y asesorando su esfuerzo tanto local como e lo referente al ámbito externo (trámites legales, etc.).
Hacer un trabajo práctico, en grupos y comunidades con fuertes carencias y necesidades no sólo es un acto humanitario, una defensa de la dignidad humana, sino también poner en práctica una actitud ética ante la vida, buscar que mejorando las condiciones de existencia, se logre también la libertad humana (individual y colectiva) y a partir de ello, también construir una sociedad más democrática, más fuerte y solidaria;  más abierta, crítica y propositiva.