jueves, 5 de noviembre de 2009

La Libido, sociedad y cultura

Uno de los campos de estudio más interesantes de la sociología es el que corresponde a la psicología social, campo en que se traslapan la sociología y la psicología. Como se sabe se trata de un terreno común a ambas ciencias en lo que importa, como tema de studio en investigación, es la relación entre individuo y sociedad y la influencia que ejercen uno hacia la otra y viceversa.
En este campo hay un sinnúmero de aportaciones tanto de psicólogos como por los sociólogos y, de manera relevante de los psicoanalistas. Corresponde a estos últimos, de manera especial a Sigmund Freud haber desdtacado el elemento libidinoso que se establece en la relación entre individuos y entre el individuo y el grupo, la colectividad y la sociedad en su conjunto. El elemento libidinoso, o dicho de manera más sencilla y menos polémica, afectivo, es especialmente importante en la constitución de relaciones, asociaciones, colectividades, grupos, organizaciones y la sociedad. En la medida en que ese elemento crece y desarrolla, fenómenos como la solidaridad, la reciprocidad, la tolerancia y la comprensión se hacen posibles. Los sentimientos de unión y cohesión y la tendencia a su realización efectiva también tienden a concretizarse en hechos manifiestos. Por todo ello es de especial importancia que se estudie e investigue ese elemento libidinoso en terminos prácticos, en casos experimentales reales.
Cuando en un país, como el nuestro (México), se dan los fenòmenos de corrupción, insensibilidad frente a los graves problemas sociales, la intolerancia, y los crimenes de todo tipo sin el menor remordimiento, habría que plantearse como un problema real qué está pasando con la cuestión libidinosa. "En el desarrollo de la humanidad, como en el del individuo, es el amor lo que ha revelado ser el principal factor de civilización, y quizá el único, determinado el paso del egoísmo al altruismo." (Freud, Obras Completas, Tomo VII, i974, p. 2584). Por o tanto, proponemos la necesidad de estudiar ese aspecto libidinoso en nuestra cultura. Si como Freud sostenía en "El Malestar de la Cultura" ésta tiende un carácter más bien restrictivo, limitante y hasta represivo, no puede ser sino el amor el factor compensatorio a los sacrificios y renuncias que han de hacerse en favor de una más o menos pacífica y estable convivencia social. Por todo ello reiteramos la necesidad de etudiar seriamente este factor libidinoso señalado por Sigmund Freud.