jueves, 27 de octubre de 2011

Acción social, contexto histórico y moralidad

El esuqma de Tlacott Parsons sobre el que hemos venido trabajando se ubica a un nivel teórico muy abstracto y general. Por lo tanto, para su aplicación práctica, se requiere necesariamente considerar aspectos que no están incluídos en el esquema mismo, nos referimos a las condiciones económicas políticas, sociales y culturales en un momento histórico dado. No se puede pretender que el esquema funcione de manera analítica y explicativa, sin esa contextualización en las condiciones reales de existencia de u actor social sea este, persona, comunidad, grupo, clase social, etc. Tampoco se puede pretender que funcione como esquema para diseñar y ejecutar acciones sociales sin esa consideración a la situación específica real en que vive y acciona el actor. Esa es la ventaja y, paradójicamente la desventaja de un esquema abstracto como el quie Parsons proporcionó.  Ventaja en el sentido de ser de aplicación general, desventaja si no se toma en cuenta el contexto real en el que se inscribe la acción.
Pero por otra parte, también hay que considerar la moralidad de la acción, tema en el que hasta donde sabemos Parsons no incursionó. Moral que debe see estudiada, como lo propuso Emile Durkheim, en términos de los valores en que se sustenta una determinado curso de acción, no en cuanto a si esos valores son buenos o malos, justos o injustos, adecuados o inadecuados desde un punto de vista ético y axiológico. La cuestión es si esos valores que dirigen la acción son los pertinentes en función de los fines que se persiguen, porque como bien sabemos,  no todo fin justifica todos los medios. O bien puede ser, como sucede muchas veces, que una acción puede resultar funcional (positiva) a corto plazo y sin embargo considerada a mediano o largo plazo disfuncional en términos del fin perseguido. Creo que todos hemos pasado por la experiencia de buscar un benefico inmediato (corto plazo) que a la larga resultó claramente contraproducente y acabó generando más problemas que beneficios. En la elección de ese bien inmediato en lugar de beneficios de mediano o largo plazo indudablemente entran en juego ciertos valores que el sociólogo debe considerar en su análisis o en el diseño e implementación de políticas públicas. Igual cosa se puede plantear en la disyuntiva entre el beneficio personal egoísta y el benefico colectivo de una comunidad. El ganar a costa del detrimento de la comunidad en que se vive u organización en que se trabaja, puede tener consecuencias claramente disfuncionales para el actor. De ahí entonces, que el esquema parsoniano no deba ser reducido a una postura pragmática y utilitaria de valores, ajena a consideraciones que van más allá de los fines inmediatos  egoístas prácticos. La consideración moral de las acciones del actor obedece a dos cuestiones, por un lado la libertad de acción del actor mismo, y por la otra a que casí en todos los casos (excepción de condiciones extremas), existen varias alternativas de acción posibles entre las cuales optar, una de las cuales será elegida  por el actor.Entonces la pregunta es, ¿por qué el actor elige tal curso de acción y no otro?, ¿qué valores estan implícitos en su decisión? Estas son preguntas que pueden y deben ser respondidas a nivel sociológico también en el análisis funcional. En algunos casos nos darán información de primera mano sobre la diferencia entre los valores declarados y los valores que realmente se ponen en práctica por los actores sociales. A veces hay congruencia entre unos y otros, pero muchas veces no.
Concluyendo, un análisis del tipo que nos propone Parsons puede ser muy útil para el sociólogo en la medida en que se tome en cuenta  por un lado, las condiciones históricas específicas en que se enmarca la acción y, por el otro, el esquema valoral( moralidad) que subyace en el momento de tomar tal o cual opción posible para actuar en función de los fines perseguidos.   

El análisis sociológico de la igualdad y la desigualdad

El análisis sociológico de la igualdad y la desigualdad implica, popr lo dicho en la participación anterior, no tomar partido en favor de una u otra postura, sino más bien el estudio y análisis de casos en que los principios de igualdad y desigualdad funcionan adecuadamente, o fracasan en experiencias de vida real. No se trata de hacer juicios morales sobre la bondad o maldad de uno u otro elemento, sino más bien, determinar en que casos reales en la vida social, económica, política y cultural, cada uno ha funcionado positivamente o ha acabado siendo disfuncional a los fines y metas que persigue una persona, una colectividad, una organización o la sociedad en su conjunto. Pra tal efecto se requiere necesariamente utilizar todas las armas teórico metodológicas y las técnicas de investigación con que cuenta la sociología como ciencia social. En este sentido, nos parece de especial importancia la experiencia directa de campo. Si bien se requiere una sólida formación teórica, finalmente lo que más datos útiles aportará será la mirada atenta de la realidad, de la conducta  observable de personas, grupos, comunidades vivas.
Iguadad y desigualdad deben ser entendidos entonces como "hechos sociales" extenos al individuo investigador, como "realidades" que se imponen más allá de gustos y preferencias, o creencias teológicas y filosóficas.
Dereminar en que casos funcionan en la vida práctica y real esos principios de igualdad y desigualdad nos parece especialmente importante si lo que se busca es acumular conocimientos y experiencias que sirvan de base para el diseño de políticas públicas, programas de desarrollo comunitario y vecinal, proyectos de intervención comunitaria o la acción planificada de ong´s y grupos de apoyo. La pregunta de base para el sociólogo es, ¿en qué debemos y podemos considerarnos iguales y en qué podemos y debemos considerarnos diferentes? Todo esto con la mira puesta en logra una sociedad menos injusta y más equitativa, también, por qué no decirlo, más sana. Debemos bajar de los principios meramente filosóficos a la experiencia de vida; de las reflexiones teóricas y lógicas a las situaciones concretas en que esos principios se tratan de aplicar con tal o cual interés y finalidad de por medio. Y entonces, obtener el saldo de consecuencias funcionales - disfuncionales. Pues en todo acto o hecho humano hay consecuencias de ambos tipos que deben ser consideradas por el sociólogo. Habrá casos en que el principio de igualdad sea aplicabe y se obtengan resultados positivos, como es el asunto de los derechos humanos fundamentales, pero habrá otros en que las diferencias deban ser consideradas para bien del ser humano, por ejemplo, no se puede juzgar bajo los mismos parámetros jurídicos a u un niño que a un adulto, o a un enfermo mental de una persona psiquicamente sana. Entonces la desigualdad que distingue esas diferencias debe aplicarse en beneficio de las personas o grupos implicados en el caso. Como se verá, no se trata de hacer juicios morales o de asumir posturas filosóficas determinadas, sino de obtener información práctica y objetiva de la vida social real.