domingo, 6 de septiembre de 2009

Sociología y ética

Uno de los problemas más difícil de resolver en el campo de la sociología y las ciencias sociales, es, sin duda, aquél que se refiere a las opciones laborales entre las cuales se puede elegir, es decir, el problema de para quién trabajar. Es un problema ético y valoral, que solamente cada individuo puede resolver en el terreno práctico, y que depende de los valores morales de cada persona, de sus preferencias políticas, de sus compromisos, para consigo mismo y su sociedad. Y no menos importante, de las circunstrancias específicas del momento que plantean las condiciones económicas políticas y sociales. El quehacer del sociólogo no es neutro, implica la toma de posiciones, la aceptación de compromisos, la fidelidad a ciertas causas, así como el rchazo a ciertas posturas ideológicas, políticas, culturales, etc. De ahí que si bien no se puede pensar en una actividad neutral, digamos por encima, de la realidad social, a la hora de legir para quién trabajar, lo que creo que si es posible demandarle al sociólogo, es objetividad y consciencia plena sobre las implicaciones de elecciones laborales que haya hecho o vaya a hacer. Ciertamente, no es lo mismo trabajar para una gran empresa trasnacional que para una asociación civil; para el gobierno o para la iniciativa privada, para los patrones o para el sindicato. El sociólogo debe tener muy claras esas diferencias y los compromisos que cada una implica, pues su trabajo impactará la sociedad en alguna manera y en cierto grado; beneficiará a cierto sector, pero puede llegar a perjudica a otro. Por ello, soy de la creencia que la discusión en las universidades sobre las cuestiones éticas y valorales es uno de los aspectos centrales de la formación del sociólogo como profesionista. De hecho lo es en todas las profesiones, pero lo es especialmente importante en la sociología, como es el caso también en el caso de la psicoloía, la medicina, el psicoanálisis, en fin , de todas las ciencias y artes cuya actividad gira en torno del ser humano, considerado individual o socialmente. Aquí no podemos decir cuales son las elecciones correctas, pero sí podemos insistir en que el sociólogo haga sus eleciones de vida y laborales de la manera más madura posible, con un talante ético, con valores morales, con un compromiso para consigo mismo y con su sociedad, o más bien con el tipo de sociedad en que desea vivir o quiere construir.