jueves, 28 de enero de 2010

Acción social, el factor afectivo

Dedicado a Patricia Neijel, por su deseo, voluntad y afán de amar


En la entrega anterior hablamos de la definición de acción que hizo Max Weber y que depués retomó Talcott Parsons para su esquema sistémico, como punto de partida del mismo. En la definición de Weber de la acción social como una acción racional referida a un tercero, Weber omitió el factor afectivo que podría existir en esa referencia al otro. Y Parsons hizo lo mismo en su propio esquema conceptual. Lo cual no debe extrañarnos, ya que la sociedad occidental, de la época del Renacimiento hasta nuestros días, ha dado excesiva importancia a la razón y la lógica y cada vez menos valor a la cuestión libidinosa (afectiva), por considerarla irracional y difícil de estudiar desde un punto de vista científico, que en lo social ha querido seguir las pautas de las llamadas ciencias duras. Sin embargo fue Freud quien sacó a la luz la importancia de lo afectivo en su critica a los trabajos de Le Bon y Mac Dougall sobre la psicología de las masas. Freud acertadamente afirmo que, "...en la esencia del alma colectiva existen también relaciones amorosas (o para emplear una expresión neutra, lazos afectivos)." (Freud, Obras Completas, tomo VII, p. 2577). Más adelante afirmó que, "...la experiencia ha demostrado que aun en los casos de simple colaboración se establecen regularmente entre los camaradas relaciones libidinosas, que van más allá de las ventajas puramente prácticas extraídas por cada uno en la colaboración." (Freud, Obras Completas, Tomo VII, P. 2584). Si lo dicho por Freud es cierto, y así lo creemos, un análisis sociológico y psicosocial de la acción social no puede dejar de considerar como un elemento indispensable a tomar en cuenta lo afectivo, ya sea en su polo positivo, el amor, o en el negativo el odio. Es ese factor afectivo el que, cómo decía Viktor Frankl hizo que agunos hombres, "actuaran como cerdos mientras que otros se comportaban como santos." (Frankl, 1987, p. 128). Es decir, el amor como el odio, el perdón como el resentimiento y la negativa a perdonar, tienen un efecro directo e inmediato en la acción social referida a terceros. Por ello, insistimos, el análisis sociológico no puede dejar de considerara tal factor en sus investigaciones sobre la aciión social y sobre las esructuras e instituciones igualmente sociales. La perspectiva parsoniana se vería así altamente enriquecida y actualizada. Baste recordar cuantas veces en la historia humana los factores sentimentales y afectivos han sido el detonante para llevar a cabo, racionalmente acciones constructivas y destructivas en función a otros seres humanos (terceros). O también para despertar el interés para estudiar algún aspecto de la realidad social en el caso de la sociología y las demás ciencias humanas.
"El amor constituye la única manera de aprehender a otro ser humano en lo más profundo de su personalidad. Nadie puede ser totalmente conocedor de la esencia de otro ser humano si no le ama" dijo Viktor Frankl (Frankl, 1987, p. 110) y esta es una verdad aplicable a las ciencias sociales y su quehacer cotidiano, s no se puede aprehender a la persona sin amarla, lo mismo se pude decir de la sociedad, ¿cómo tratar de soluccionar los problemas de una comunidad o colectividad sino se le ama, si no hay un sentimiento de identificación con la misma? o aún de manera más básica y elemental ¿para qué conocer algo que si bien no se le odie y desprecie, si nos produce indiferencia? Así pues el factor afectivo está en el centro mismo de la acción social, de sus sentido e intencionalidad, de su referencia a un tercero (él o los otros).