domingo, 13 de septiembre de 2009

Tres virtudes para ejercer el oficio sociológico

Tres son las grandes virtudes que en nuestros tiempos pueden permitir un ejercicio del oficio sociológico exitoso: sensibilidad, obervación y contacto directo con la realidad. la sensibilidad para captar lo que otros no alcanzan a ver y percibir en la vida social y para, a partir de esa percepción, problematizar y cuestionar lo visto. Observación, como aquella cualidad que permite ver con agudeza y detalle los hechos y fenómenos sociales y culturales, justo ahí, en donde otros no ven nada; finalmente contacto directo con la realidad. El sociólogo, con sus conocimientos teórico metodológicos debe salir a la calle, la plaza pública, el mercado y todo lugar (y "no lugar")donde se reune la gente para mirar en vivo y en directo el comporatamiento de individuos o grupos y colectividades. No basta con saber muchas teorías, no basta con pasar largas horas de trabajo en el despacho, el cúbiculo, en la sala de juntas o el salón de clases. La realidad siempre dinámica y cambiante está allá, afuera de la universidad o el centro de investigación, para ser estudiada y analizada, cuestionada. El sociólogo ha de alimentar sus teorías e hipótesis a partir del contacto con la realidad. Así como Sigmund Freud y Carl Rogers construyeron sus teorías a partir del trabajo clínico y terapéutico con sus pacientes, el sociólogo ha de construir las suyas propias a partir del contacto con la realidad, y para ello, como decíamos al principio, habrá de usar su sensibilidad, su mirada inquisitiva, su observación directa de lo que pasa en los espacios de trabajo, estudio, reunión, diversión, descanso, tránsito, etc. No se puede hacer sociología encerrados en el cubículo alejados de la realidad circundante; no se puede hacer sociología sin un respaldo teórico metodológico que propicie el desarrollo de la sensibilidad y ayude a la observación "in situ".