lunes, 14 de septiembre de 2009

Los clásicos y el trabajo sociológico

Casí todos los sociólogos están de acuerdo en la centralidad de los clásicos pra la formación de los profesionales de la especialidad y para ejercer el oficio sociológico, y tienen razón. Ellos son constante fuente de inspiración y de ideas para llevar a cabo las labores intelectual, académica y práctica propias de la sociología. Leer y releer a los clásicos nunca es tiempo perdido, siempre y cuando se que se haga con el afán de extraer de ellos lo mejor de sus obras y se haga con espíritu crítico. Hoy, tanto Durkheim. como Weber o Marx siguen teniendo mucho que decirnos para poder hacer recapitulaciones coherentes del mundo actual, y poder comprenderlo en profundidad. Sinembargo la lectura de los tres grandes clásicos no es suficiente, el sociólogo ha de recurrir a sus contemporáneos también; a los que hoy se empeñan por aprehender la sociedad en sus enormes dimensiones y variantes. Ellos también tienen que decir mucho sobre el mundo y la epoca en que nos ha tocado vivir. Esto es especialmene importante en el tercer mundo, en los llamados paises en vías de desarrollo. Sin negar la importancia de la obra de los sociólogos que viven y trabajan en los países desarrollados, también es importante ver la mirada que los sociólogos de la región tienen de su propia realidad. De las inquietudes y cuestionamientos que surgen como producto de us investigaciones, estudios y reflexiones. Parte del necesario proceso de descolonización cultural que debemos llevar a cabo, es sin duda, el hacer una obra sociológica nativa, que desarrolle tanto teoría, como métodos y técnicas de investigación, y sea capaz de proponer acciones prácticas viables, para el mejoramiento de las condiciones de vida de los millones de habitantes del "Sur". Tengo al respecto la convicción que en el caso de América Latina el trabajo sociológico no ha de limitarse al cubiculo, el laboratorio, el taller o el aula; a la reflexión teórica y a la metasociología, sino que de ha de llevarse a la calle, la plaza, la oficina, la escuela, el hogar, el transporte, etc. es decir, a los espacios públicos de reunión y convivencia, y a los "no lugares" (Marc Augé) del anonimato y lo efímero. Y habrá que hacerlo con el fin práctico de generar conocimientos útiles al sociólogo y su ciencia, pero, aún más, a la sociedad en la que este vive. Este es, por cierto, el mejor reconocimiento y homenaje que se le puede hacer a los clásicos y a quienes después han continuado su obra intelectual creadora y propositiva.